La economía circular representa un modelo más sostenible y alternativo a la economía lineal tradicional. Un modelo lineal sigue la ruta de fabricar, usar y desechar. En cambio, en una economía circular, los recursos se utilizan el máximo tiempo posible, se extrae de ellos el máximo valor mientras están en uso, y después se recuperan y regeneran productos y materiales al final de su vida útil. Como resultado, una economía circular significa también una forma de mejorar la competitividad y la eficiencia de recursos de Europa. 

Las características exclusivas de los plásticos les permiten desempeñar un papel importante en la ruta hacia un futuro más sostenible y más eficiente en recursos. Unos plásticos más ligeros, versátiles y duraderos pueden ayudar a ahorrar recursos esenciales como la energía y el agua en sectores estratégicos como el envasado, la edificación y construcción, la automoción y la energía renovable, por nombrar solo unos pocos. Además, las aplicaciones de plástico en el envasado pueden ayudar a reducir el desperdicio de alimentos. Sin embargo, para mejorar la circularidad del plástico, es esencial asegurar la recuperación de cada vez más plásticos, para que no terminen en el vertedero o en el medio ambiente.

Al desarrollar una hoja de ruta para una economía circular, es importante garantizar que las decisiones sobre las soluciones adecuadas se basen en la sostenibilidad a lo largo de todo el ciclo de vida, y no considerar solo la eficiencia de recursos al final de la vida útil del producto. Los plásticos constituyen una aportación muy importante a una economía circular cuando se tiene en cuenta todo el ciclo de vida.